señalectica

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Antiguamente el hombre, movido por las necesidades más elementales, procuró referenciar su entorno, su mundo, sus espacios, etc., por medio de marcas o señales. Así, la señalización comenzó en forma intuitiva en respuesta a una necesidad, como fue el hecho de orientarse por medio de objetos y marcas que se dejaban al paso de uno.
A medida que la disciplina fue avanzando en el tiempo comenzó a surgir un lenguaje simbólico que debería ser captado en forma instantánea y por todos. De esta manera comienzan las primeras tentativas de normalización de una forma de comunicación espacial, que debía ser general, sistemática e inmediata, es decir, “universal”.

La señalización

La señalización es la parte de la ciencia de la comunicación visual que estudia las relaciones funcionales entre los signos de orientación en el espacio y el comportamiento de los individuos.
Es de carácter “autodidáctico”, entendiéndose éste como modo de relación entre los individuos y su entorno.


Se aplica al servicio de los individuos, a su orientación en un espacio a un lugar determinado, para la mejor y la más rápida accesibilidad a los servicios requeridos y para una mayor seguridad en los desplazamientos y las acciones.
Existe un aumento en el flujo de individuos de procedencias y niveles socioculturales muy distintos. Pero este movimiento demográfico tiene el carácter de circunstancial; esto implica que el individuo se encuentra constantemente frente a situaciones nuevas de organización y morfología del espacio, lo cual acarrea problemas en su desenvolvimiento y por consiguiente una mayor necesidad de información y orientación. Por ejemplo, usuarios de diferentes nacionalidades, con su diversidad lingüística y cultural, grados de alfabetización, componentes psicológicos, etc., reunidos en un lugar determinado: aeropuesto, centro médico, administración pública.
Precisamente la señalización constituye una forma de guía para el individuo en un lugar determinado, que llama discretamente su atención y da la información requerida en forma instantánea y universal.

Características de la señalización

Finalidad Funcional, organizativa
Orientación Informativa, didáctica
Procedimiento Visual
Código Signos simbólicos
Lenguaje icónico Universal
Presencia Discreta, puntual
Funcionamiento Automático, instantáneo

El lenguaje y las técnicas de la señalización conllevan una serie de particularidades que la caracterizan puesto que se trata de un lenguaje de rápida visualización debido a la inmediatez del mensaje.


Una buena elección tipográfica y de contrastes cromáticos será indiscutible y deberá leerse en forma inmediata (legibilidad). Aparecerán los datos suficientes con el menor barroquismo posible. Claridad, tranquilidad, síntesis. No decir ni más ni menos de lo necesario, sólo la información precisa en el lugar adecuado (economía informativa). Además el sistema deberá ser capaz de crecer sin perder identidad, agregándose nuevos subsistemas informativos. Es decir, un sistema abierto (reproductibilidad).

Asimismo, el sistema debe separarse e integrarse al mismo tiempo del entorno, sin modificarlo, aunque lo hace desde que se implementa, por el solo hecho de estar ahí; inclusive modifica la percepción del entorno, desde la nueva lectura del espacio y los cambios de conducta que esto conlleva. Separarse para ser reconocido, visualizado, e integrarse para no modificar el entorno.

Sistema señalético:

Programa: Diseñar un programa supone seguir un método, una fórmula que organice los pasos sucesivos y los procedimientos de manera ordenada y exhaustiva, cubriendo no sólo las necesidades previstas de inmediato, sino previendo su adaptibilidad a necesidades futuras. De no ser así, no se habría realizado un programa propiamente dicho, sino un simple diseño.

A menudo se confunde el diseño señalético con el diseño de pictogramas por el hecho de que éstos suelen ser la parte más llamativa del grafismo señalético. Sin embargo, diseñar pictogramas es una tarea siempre fragmentaria, que puede formar parte de un proyecto mucho más completo y complejo que está sujeto a una técnica pluridisciplinaria.

Pictogramas

Diseñar programas señaléticos supone, en primer lugar, el diseño de los elementos simples, esto es, los signos (pictogramas, palabras, colores y formas básicas de los soportes de la inscripción señalética). En segundo lugar, la pauta estructural es el soporte invisible que sostiene todas las informaciones, de manera que cada mensaje señalético se inscribe siguiendo un mismo orden estructural.

Hay, pues, un orden creciente de complejidad estructural paralelamente al orden de complejidad informacional, es decir, al conjunto expresivo formado por el mensaje (compuesto de texto, pictogramas y colores sobre el espacio gráfico). En tercer lugar, encontramos la parte normativa del programa, esto es, explicitar el modo de empleo de la fórmula que el diseñador ha creado, es decir, el conjunto de órganos, pautas y leyes de estructura que habrán de dar respuesta a todos los problemas gráficos que surgirán en la aplicación del programa.

Los elementos a tener en cuenta son:

  1. Tipografía: Conforme a la morfología del espacio, condiciones de iluminación, distancias de visión, imagen de marca y, eventualmente, programa de identidad corporativa, se seleccionarán los caracteres tipográficos. Esta selección obedecerá, por tanto, a los criterios de connotaciones atribuidas a los diferentes caracteres tipográficos y de legibilidad. Asimismo serán definidos el contraste necesario, el tamaño de la letra y su grosor.

    Si procediéramos por exclusión en la selección de caracteres tipográficos señaléticos, rechazaríamos en primer lugar los que imitan la escritura manual; en segundo lugar, los de fantasía; en tercer lugar, los ornamentales y ornamentados; en cuarto lugar, los que poseen poca o demasiada mancha; en quinto lugar, los excesivamente abiertos y los cerrados o compactos, y también los que sólo poseen letras mayúsculas. De esta manera llegamos a los caracteres lineales de trazo prácticamente uniforme.

    Esta selección responde al equilibrio de las relaciones entre el grosor del trazo, el diseño limpio y proporcionado, y la abertura del ojo tipográfico.
    Debe evitarse el uso de abreviaturas, sobre todo cuando pueden inducir a error. Por ejemplo la letra P seguida de un punto y situada antes de un nombre propio (P. del Carmen) puede significar Paseo, Plaza, Puente, Paso o Puerto. Tampoco deben utilizarse abreviaturas cuando es irrelevante el espacio que con ello se ganaría. Por ejemplo: Pza. = 4 espacios y Plaza = 5 espacios.

    Tampoco deben cortarse palabras cuando falta espacio. Una palabra fragmentada es más dificil de captar que una palabra íntegra. Precisamente para evitar cortar palabras predomina en señalética la composición tipográfica a la izquierda. Debe buscarse la expresión verbal más corta. Frases cortas y palabras cortas es la regla. Cuando una información puede transmitirse con una sola palabra, se optará por esta situación. Y cuando para ello se disponga de 2 o más palabras sinónimas, se elegirá siempre la más corta. Sin embargo el principio de selección de las palabras es el de mayor uso para el público.

    En cuanto al uso de las mayúsculas y minúsculas, está demostrado que una palabra formada por letras minúsculas se asimila con mayor rapidez. Las minúsculas se agrupan mejor formando conjuntos diferenciados y esto facilita una percepción más inmediata. Cuando la mayúscula aparece como inicial de una palabra, facilita la introducción al texto. Los nombres de ciudades, empresas, y nombres propios se leen mejor de este modo.


  2. Pictogramas: Tomando como punto de partida el repertorio de pictogramas utilizables, se procederá a la selección de los más pertinentes desde el punto de vista semántico (significación unívoca), sintáctico (unidad formal y estilística), y pragmático (visibilidad, resistencia a la distancia). Los pictogramas seleccionados pueden ser rediseñados en función de establecer un estilo particularizado. El lenguaje pictogramático se basa en la abstracción. Esta es un proceso mental que pretende ignorar lo individual de aquello que se observa, para apoyarse más en la categoría a la que lo observado pertenece. Se centra no en caracteres particulares, sino en los que son genéricos y esenciales. Esta es la forma básica de la abstracción, que separa lo que es esencial de lo que es inesencial de un campo visual o de pensamiento.

    Por ejemplo, en un sistema de señales para un zoológico, un cuadrúpedo de cuello exageradamente largo define a una jirafa, incluso si se suprimen detalles como las orejas, los ojos y las manchas de la piel. De este modo el diseñador elabora una predigestión intelectual, que sería un procedimiento análogo al que realiza el conocimiento: percibir es esquematizar. En la medida que el diseñador esquematiza la figura del animal, poniendo de manifiesto lo que es particular y característico, contribuye a esta síntesis mental que es propia de la memoria visual del espectador.


  3. Código cromático: La selección de los colores puede reducirse al mínimo número y combinaciones o bien constituir un código más desarrollado. En este caso, la codificación por colores permite diferenciar e identificar diferentes recorridos, zonas, servicios, departamentos, plantas de edificio, etc. Incluso pueden no alcanzar solamente los paneles señaléticos, sino que como una extensión de estos, pueden crear un ambiente cromático general. En este caso el color es un factor de integración entre señalética y medio ambiente. Se realizarán pruebas de contraste y siempre convendrá tener en cuenta las connotaciones o la psicología de los colores, tanto en función de su capacidad informacional como de la imagen de marca.

    Los colores señaléticos constituyen un medio privilegiado de identificación. En los transportes públicos, por ejemplo, los colores funcionan generalmente junto con los textos para distinguir cada línea de tráfico. El factor determinante de las combinaciones de colores es el contraste, el cual se obtiene de 2 modos: por la alta saturación del color y por contraste de colores. En todos los casos es imprescindible un claro contraste entre las figuras (caracteres, pictogramas, flechas) y el fondo del soporte informativo.

    Ya hemos visto que el color señalético en su función informacional no está determinado, sin embargo, por un solo criterio. La saturación del color sería el criterio señalético propiamente dicho, fundado en el razonamiento óptico. El razonamiento psicológico considera a los colores, no por su impacto visual, sino por sus connotaciones. Así el color ambiente de la señalética de un hospital será distinto del de un supermercado o de un zoológico. El razonamiento de la imagen de marca o de la identidad corporativa considera los colores por su asociación a la marca o a la identidad visual; en este caso, una señalización para Kodak, por ejemplo, exigiría la inclusión del color amarillo de la marca.

    Deben tenerse en cuenta ciertos aspectos que de una u otra manera irán delineando el resultado final. Estos son: visibilidad, contraste, tamaño, distancias, etc.; es decir, todo lo concerniente a ergonomía, también las limitaciones tecnológicas y económicas.
    En cuanto a la tecnología, existen ciertos aspectos de primordial importancia que deben ser considerados desde el comienzo de la actividad proyectual. Ellos son el formato, el tamaño, los materiales de base, los métodos de impresión, los tratamientos que puede llegar a necesitarse, como pinturas visibles de noche o antioxidantes, etc.

Clasificación de las señales:

De acuerdo con las distintas características de uso, las señales pueden tener una clasificación (dependerá de la problemática específica), que se puede agrupar en los siguientes ítems:

  • Señales informativas: son aquéllas que brindan información, ya sea puntual o general, en relación con la identificación o denominación.
  • Señales de orientación: son aquéllas que permiten determinar orientaciones de localización, accesos, salidas de emergencia, direccionamiento, etc.
  • Señales normativas: son aquéllas que se determinan específicamente según el siste­ma que las comprende, es decir, guardan relación entre el sistema particular para las que fueron generadas. Por ejemplo: en el caso de sistemas de seguridad (industrial, urbanas, hospitalarias, en administración pública, etc.).
  • Señales de prohibición
  • Señales de atención
  • Señales de obligación
  • Señales de prevención
  • Señales de seguridad
  • Señales viales
  • Ejemplos de Señaletica

    Diseño Señaletica

    Diseño Señaletica

  • Algunas consideraciones sobre señalética

    La señalética es el estudio de las señales que nos facilitan el movernos por lugares desconocidos a partir de signos de orientación del espacio entre el individuo y su entorno.

    La señalización permite la orientación en un espacio determinado y un efectivo desplazamiento a través de él mejorando la calidad de vida. También identifica al lugar normalizandolo para poder ser comprendido por quien lo recorre. Para ello se vale de tipografia e iconos o pictogramas indicando de modo inmediato, para que cualquier persona sea capaz de comprenderlo, independientemente del idioma o el nivel socio-cultural.

    Es fundamental contemplar en el diseño de un sistema señalético que indique cada una de las áreas del espacio a señalizar, ayudando al visitante a ubicarse respecto de ellas en ese lugar y trasladarse o circular de una a otra. Debe indicar con claridad qué hacer en caso de emergencia y la ubicación de los servicios de primera necesidad.

    Otras cuestiones a tener en cuenta son:

    • Discriminar y comprender las necesidades propias del lugar.
    Contemplar la ubicación de la señal para que la misma sea legible en el contexto
    Lograr suficiente separación del entorno para no interferir con el, pero si identificarlo.
    Anticipación suficiente para su eficacia.
    Distancia de lectura suficiente para una buena legibilidad.
    Mensajes sin ambigüedades.
    Clasificación y jerarquización de la información
    Selección de palabras precisas u oraciones breves (evitar texto largos y abreviaturas).
    Economía de recursos e información (síntesis).
    Elección de la materialidad adecuada contemplando reflejos, sombras, etc.
    Iluminación para señales nocturnas en casos necesarios.
    Evitar la peligrosidad (puntas, alturas, etc).
    Considerar los distintos modos de uso de cada señal (incluyendo el vandalismo posible).

    Algunas Imágenes














    Mapas y relatos - Instrumentos de orientación en el espacio social
    Cristina Peñamarín (fragmento)

    No sabríamos ubicarnos en el mundo y actuar en él sin organizar el sentido del espacio, de lo próximo y lo lejano, lo grande y lo pequeño, lo interior y lo exterior… Sobre estas categorías que permiten dar sentido a la percepción, a la relación del cuerpo con el entorno –básicas para otras construcciones de significado más complejas- se superpone la simbolización social de los espacios.

    Así los lugares, con los objetos y personas que los pueblan, se conciben como propios o extraños, cultivados o
    incultos, inofensivos o amenazadores, sagrados o profanos, de las mujeres o de los hombres, de los vivos o de los muertos, etc..

    Adquirimos, pues, un sentido del espacio en la interacción con los otros y con el medio, en nuestro transcurrir temporal en ese entorno ya organizado por la cultura. En primer lugar, conocemos el espacio mientras lo recorremos, aunque esta actitud de identificación con el medio y de adquisición incuestionada de su sentido, se ve ocasionalmente interrumpida por efectos de extrañeza que nos sitúan de alguna manera fuera del mundo y nos fuerzan a tomar distancia, a observar y cuestionar reflexivamente lo que dábamos por descontado y a buscar una nueva orientación.

    Quien conoce un espacio por medio de sus recorridos acostumbrados puede no tener un mapa mental del mismo. De hecho, cuando pedimos un croquis o preguntamos por una dirección solemos comprobar las dificultades que los
    conocedores de un espacio tienen, tenemos, para traducir ese conocimiento en descripción objetiva útil para otros, sea en un lenguaje visual o en uno verbal.

    Recorrido y mapa aparecen, pues, como modelos bien diferenciados de conocimiento espacial, propios, el primero del conocimiento práctico, del saber incorporado en el uso, y el segundo del conocimiento objetivado del territorio y expresado en un sistema simbólico de representación visual. Evidentemente,
    entre recorrido y mapa existen múltiples formas intermedias, como la mirada panorámica, la pintura de “vistas”, el croquis, representación esquemática de un recorrido conocido por quien lo realiza. Y los mapas, a su vez, poseen una rica variedad de formas en las que inscriben informaciones diversas con recursos analógicos, simbólicos e indiciales.

    Pero aquí voy a tomarlos como figuras polares para referirme a la diferencia entre las actitudes de identificación y distancia en la relación con el medio, a la percepción del espacio desde su interior y a la que se genera desde una
    perspectiva exterior –posiciones que, a su vez, se combinan y alternan de muchas formas en la percepción subjetiva del entorno. Las figuras del mapa y el recorrido me guiaran aquí para interrogarme sobre las sensaciones de pérdida y desorientación que nos afectan hoy de un modo particular y sobre los recursos que podríamos utilizar para orientarnos en el espacio tanto físico como social.

    La continuidad y la extrañeza respecto al medio provienen tanto del propio medio como del sujeto que se relaciona con él. El cuerpo es origen de la percepción del espacio y determinante de su forma (como muestra Johnson, El cuerpo en la mente, Barcelona, Debate, 1991). Pero el esquema del espacio no es
    estático, se forma a partir de la
    actividad corporal, de los proyectos, los fines y los instrumentos que se da ese cuerpo en un entorno particular. (Por ello los esquemas de las imágenes están orientados, sostiene Johnson: tener una perspectiva forma parte de los esquemas de las imágenes, no es algo que se superpone a un patrón sin perspectiva, cit, pag. 95).

    Es el espacio hasta, el espacio entre yo y lo otro o los otros. El propio cuerpo se adecua al espacio a través de sus hábitos, memoria corporal de las prácticas y recorridos frecuentados, que enlazan el sentido social de los espacios con el que le imprime cada sujeto con sus acciones pautadas. Además de facilitar la estabilidad de la integración en un espacio, los hábitos pueden proporcionar un asidero al sujeto en el vacío de los momentos de transición entre espacios diferentemente organizados o en las circunstancias de paso a lugares o papeles menos conocidos.

    Pero el cuerpo propio es también lugar de sensaciones y emociones desconcertantes, a menudo incomprensibles para el propio sujeto que, no obstante, se ve forzado a atenderlas, correspondan o no a sus deseos o aunque
    conscientemente las rechace. En el entorno social, el cuerpo está sujeto a ciertas condiciones de visibilidad que, de nuevo, pueden implicar su inadecuación, como se manifiesta en las continuas luchas que, sobre todo las mujeres, emprenden actualmente para forzar su cuerpo a los estándares de atractivo que determinan, incluso antes de su aceptación o rechazo, su visibilidad o invisibilidad social.

    El espacio físico, por otra parte, se vive hoy frecuentemente como vacío y como equivalente al tiempo necesario para salvar la distancia al punto de destino (Virilio), en una forma de vida en la que quien tiene trabajo-carrera siempre está en deuda con el tiempo, debiéndoselo a sus quehaceres, a sus familiares y amigos o a su propio ocio. Quien no está permanentemente programado tiene,
    en cambio, tiempo, lo que viene a ser un índice de su posición marginal en el espacio social: como persona parada o precarizada, pobre, discapacitada, jubilada se encuentra fuera del ámbito de circulación de los recursos materiales y simbólicos. Al sentimiento de extrañeza en el mundo contribuyen los espacios abstractos característicos de los entornos urbanos actuales.


    Oficinas, aparcamientos, aeropuertos, autopistas, etc. concebidos como medios impersonales para “usuarios”, de los que se atiende sólo a su función. Lo apropiado en esos no-lugares (como los llama Marc Augé) es comportarse y sentirse como una serie de funciones dentro de programas diseñados por otros.
    Los mundos sociales exigen hoy a menudo relaciones funcionales, despersonalizadas. Pero además no son homogéneos, son plurales y diversos y pueden suponer incluso la aplicación de valores y reglas no coherentes entre sí, lo que nos hace encontrarnos en terrenos inciertos, o en los que nuestros
    propios actos nos parecen realizados
    por alguien ajeno, ante dificultades de transición entre las diversas culturas y subculturas contemporáneas, o ante fallas que amenazan el sentido de continuidad en nuestra relación con el medio y con nosotros mismos.

    La inadecuación al lugar, la desorientación como déficit de competencia o de “soltura” en los lenguajes y reglas locales, la pérdida de sentido son experiencias tan básicas en la relación con el espacio social, como la de dar por descontado un sentido de ese espacio del que el sujeto se siente parte integrante.

    Sin embargo, no estamos desprovistos de recursos para orientarnos en los mundos sociales. Contar las experiencias desconcertantes es un modo de darles sentido, de incorporarlas a las pautas narrativas mediante las cuales se construye socialmente el significado de la relación del sujeto con el mundo – o se puede, al menos, compartir el sinsentido de una dada experiencia, lo que permite al sujeto integrarse en un sentido común, que excluye ciertos sucesos o comportamientos del campo de lo apropiado y comprensible.


    La narración tiene algo del recorrido y del mapa. Los relatos fundan y articulan espacios físicos y simbólicos, sostiene de Certeau (Línvention du quotidien,1. Paris, Gallimard, 1990, pág. 170 y ss.). No sólo crean un teatro para las acciones, además (como haría un ejercicio cartográfico), componen, verifican, confrontan y desplazan las fronteras. Pero, afirma de Certeau, donde el mapa recorta, el relato, diégesis, atraviesa: transforma el río en puente, la barrera en trama de intersticios por donde se cuelan las miradas (id. pág. 188). Podemos compararlo, entonces, al recorrido del sujeto por el territorio, que establece un aquí y un allá, un terreno familiar y uno extraño, sitúa en sus respectivos lugares a unos seres y otros (amigos, vecinos, extranjeros, fantasmas…). Si el modelo estructural del espacio es, como dice Lotman, el segundo lenguaje primario (La semiosfera, 1. Madrid, cätedra, 1996, pág. 86), el relato parece un modo básico en que las culturas utilizan el lenguaje verbal para organizar el modelo del espacio, marcando delimitaciones o señalando y autorizando las posibilidades de transgresión.


    La maravilla de Las Cosmicómicas de Calvino consiste en penetrar en escenarios desconocidos y hacérnoslos ver desde su interior por medio de un relato. Partiendo de una teoría cosmológica o biológica, Calvino presenta un mundo cuyas condiciones nos son completamente extrañas –partículas de materia cayendo sin fin en el campo gravitatorio, organismos acuáticos evolucionando durante cientos de millones de años hasta convertirse en moluscos de conchas brillantes…- por la vía de transformar esas partículas y organismos en personajes narrativos.


    La técnica consiste en contrastar la extraneidad del medio con la familiaridad de los personajes, que hablan de sus axilas, sus
    enamoramientos o las manías de sus abuelos que se resisten a adaptarse al nuevo medio (la parte cómica de las cosmicómicas). No es la versomilitud lo que, obviamente, persigue Calvino, sino la aproximación, el acercamiento hasta lo íntimo que transforma teorías científicas en narraciones capaces de afectarnos, divertirnos y hacernos comprender no la física del cosmos ni la biología, sino las incontables posibilidades que tiene la narración de hacernos ver cualquier mundo desde una perspectiva humanizada, o mejor habría que decir personificada. De este modo, las narraciones también nos proporcionan los medios para dar un sentido a nuestra propia, extraña, vida.

    El espacio es visto, en la narración, desde el personaje y, en la medida en que nos interese su punto de vista, así lo vemos nosotros con él.

    Si, saliendo de los mundos locales, miramos al ancho mundo y nos preguntamos cómo imaginamos hoy nuestro lugar en el espacio-tiempo global, cómo nos orientamos en él entre las categorías que los medios públicos nos proporcionan probablemente encontremos más oscuridad que luz. Ciertos datos
    señalan que la desorientación es una experiencia fundamental de los habitantes contemporáneos de los mundos postindustriales. Receptores de cantidades ingentes de información que no llegan a construir una representación comprensible del mundo, inmersos en un flujo incesante de imágenes en el que se superponen los más diversos imaginarios, habríamos perdido las referencias compartidas, los fundamentos de las narraciones que articulan los espacios físicos y simbólicos en una
    lógica de la que el receptor participa.

    Los conocimientos necesarios para hacer comprensible ese mundo (como economía, historia, sociología, etc.) sobrepasan a cualquier particular, aunque es cierto que la difusión de información compleja en forma sencilla y asequible cuenta hoy con recursos particularmente eficaces, como los incontables mapas, gráficos, etc. que pretenden explicarnos visualmente todo. Pero la presentación de esos saberes asociados a la información según la lógica de fragmentación, actualidad, impacto y espectacularización, propia de los medios de comunicación, no se adapta al tiempo y la forma necesarios para la comprensión de las situaciones complejas por parte de los públicos. Nos sobran mapas, al menos cierto tipo de mapas, pero nos faltan relatos.

    Se supone que el espacio virtual de los flujos de la información -que circula sin consideración de distancias en tiempo prácticamente cero- es ajeno completamente al lugar donde se arraigan las culturas y las actividades de los sujetos. Sin embargo, habrá que considerar también que la práctica del uso del ordenador y la de la navegación en esas redes
    explotando el placer del contacto con cualquiera, sin límites de fronteras entre los que están en el mundo informatizado y cableado, permite ver el ordenador como una prótesis a la que los humanos se habitúan y explotan más o menos cómodamente obteniendo relaciones, conocimientos y servicios prácticos y generando nuevas culturas ylenguajes propios de la interacción en la red, que de algún modo se suman a las culturas y vínculos sociales que crecen fuera de la red.

    A formar un panorama apocalíptico de gentes perdidas en el espacio-tiempo contribuye la carencia de una orientación colectiva de futuro, decaída la fe en los “grandes relatos” de la modernidad que imaginaban un futuro de progreso para toda la humanidad.



    New York Subway





    Experimental Jetset - Stedelijk Museum








    Bonus Tracks







    Mas info sobre el tema

    • Bibliografía
    COSTA, Joan / Señalética / 1987

    Apunte
    Recopilación Germán Díaz Colodrero

    Tipografía para el metro del Paris
    Revista Tipografica n64

    Señalética
    Webshakespear

    Iconos
    Design of signage

    Proyecto 01
    Señalética para Valparaíso

    Proyecto 02
    Cartele Online

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